lunes, 23 de diciembre de 2024

38.- Visir – El reencuentro de Bradeddin Hassam con su familia

 


Qué alegría volvemos a encontrarnos en blog y en un nuevo episodio del podcast los Cuentos originales de las mil y una noches, y seguimos con la saga de los descendientes de Chamsedin Mohamed y Nureddín Ali.

Chamsedin Mohamed, en compañía de su hija Seth el Hosn y su nieto Ajib, han emprendido una caravana con destino a Basora. En busca de Bradeddin, gracias al diario de Nureddín que se halló entre las pertenencias olvidadas en el dormitorio que compartieron durante sus noches de boda, ha descubierto es su sobrino y esposo de su hija.

Durante el trayecto, deciden parar a descansar en las afueras de Damasco.  Ajib, junto a su eunuco decide explorar la ciudad. En su exploración, terminan en la pastelería de Bradeddin Hassam que al instante siente una conexión inexplicable con el niño. Es una sensación curiosa, casi obsesiva, que provoca en él una necesidad de entender quién es este niño, a quien sigue por la ciudad, aunque sus intenciones no son amenazantes, el niño y el eunuco lo ven como una amenaza, y lo alejan tirándole piedras.

En Basora, Chamsedin se entera que dan a Bradeddin por desaparecido, y que su madre lo llora por asumir que ha muerto, sin embargo, al enterarse que aún vive, se une a la caravana de Chamsedin que, sin perder tiempo, decide retorna a el Cairo.

De camino de regreso nuevamente paran en las afueras de Damasco, y Ajib insiste en ir a ver al pastelero, para saber si ha sufrido daño a causa de la piedra que le arrojara para alejarlo y evitar que continuara siguiéndolo. 

Al verlo regresar Bradeddin incomoda al niño con devoción y exceso de cariño. Sin embargo, aun así, Ajib acepta probar de sus pasteles que son hechos en según la receta de su madre y que nadie superaba en hacerlos tan deliciosos.  

La pregunta que nos hacemos es: ¿Se encontrarán al fin Bradeddin con su esposa y su familia? ¿Descubrirá Bradeddin que Ajib es en realidad su hijo? No te pierdas la continuación de esta historia en el enlace que adjunto al final de esta página.

El episodio de esta semana me lleva a reflexionar sobre un tema que está muy presente en nuestras interacciones sociales: el humor, especialmente en lo que se refiere a las bromas. Muchas veces, las personas tienen la costumbre de hacer comentarios chistosos o burlas, como una forma de alivianar el ambiente. Personalmente, disfruto un buen chiste, ¡a quién no le gusta reír! Sin embargo, a veces la línea entre un chiste amistoso, una falta de respeto o sobrepasar límites sensibles, puede ser bastante delgada.

Una de las características que más intriga son esos bromistas que se excusan diciendo que si su broma no es bien recibida se debe a la falta de sentido del humor de la víctima. La verdad es que no siempre es así. Hacer reír a alguien no tiene que hacerles sentir incómodos o heridos. Hay un arte en la comedia que consiste en hacernos reír con las personas, no de las personas.

Entre las bromas más complicadas están aquellas basadas en engaños, donde se crea una situación en la que alguien pasa un mal rato, y al final, la risa es casi obligada y nerviosa. Un engaño bien planeado puede hacer reír a todos, pero a la víctima, probablemente, le haya provocado angustia o confusión. He visto muchas veces cómo los bromistas se ríen de su propia broma mientras que la persona "engañada" solo se ríe del alivio de que todo era una falsa alarma. ¡Qué situación tan jodida!

A lo largo de mi vida, he conocido a muchos bromistas. Algunos son adorables, y puedes disfrutar de sus chistes, pero también he tenido experiencias donde se han pasado de la raya. Aquellos que se quedan pegados a la broma, pese a que les digas que han cruzado un límite, son especialmente incómodos. Es frustrante, de verdad. A veces, parece que cada risa que provocan les da más gasolina para seguir molestando. Por eso, saber poner límites es una tarea complicada, ya que uno simplemente no quiere seguirle el juego porque te afecta en lo personal, pero tampoco quieres polemizar, sólo quieres que respete tu solicitud de que te deje en paz.

Para mí, el secreto es simple, hacer bromas que se centren en la conexión que tienes con ellos, sin que se sientan parte de un chiste burlesco. A veces, una broma bien hecha puede iluminar el día de alguien. Así que, lógicamente, siempre hay que tener cuidado con las palabras que elegimos y el espacio que ocupamos en la vida de los demás.

Espero que te animes a seguir esta historia escuchando el episodio del podcast  de esta semana, que te sorprenderá y cuyo enlace te dejo a continuación.

 

https://creators.spotify.com/pod/show/aldaraman/episodes/38---Visir--El-reencuentro-de-Bradeddin-Hassam-con-su-familia-e2sm71a

 

¿Tienes anécdotas sobre bromas que te han hecho reír o que te han incomodado? ¡Me encantaría leer tus historias en los comentarios! Y no olvides seguirnos en el podcast. ¡Hasta la próxima!


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