¡Hola, hola, mis queridísimos
lectores y oyentes del podcast "Los Cuentos de Las Mil y Una Noches"!
¡Qué alegría reencontrarnos para seguir desentrañando los misterios y
maravillas que nos ofrece esta colección de cuentos ancestrales!
Ya vamos entendiendo cómo
Scheherezade está tejiendo su red de historias para ganarle días a la
guillotina, ¿verdad? ¿Será que el sultán Schariar terminará rendido a sus pies,
enamorado no solo de ella, sino de la magia de sus relatos? Porque, seamos honestos,
las historias son largas, ¡pero te enganchan que da gusto! Imagínense tener que
inventar una cada noche para salvar el pellejo. ¡Yo estaría temblando!
Por ahora, estamos inmersos en la
saga de los hermanos del barbero. ¡Ay, el barbero! Uno pensaría que sería de
pocas palabras, ¿no? Pero ya vimos que, una vez que empieza, ¡no hay quien lo
pare! Se la pasa contándonos las desventuras de sus hermanos, y, la verdad, a
mí me está generando un poco de conflicto interno.
Porque, a ver, ¿dónde está el
espíritu fraternal aquí? ¿Dónde está la defensa férrea de sus hermanos ante las
injusticias? Lo único que vemos son historias de torturas, castigos crueles y
destierros que te dejan con el corazón en la mano. No sé ustedes, pero yo
esperaba un poquito más de solidaridad. Igual, capaz que después se redime,
¡nunca se sabe con estos cuentos!
Pero hablemos un poco de las
historias en sí, que me están dando mucho que pensar. En el caso de Bacback, el
ladrón con una labia impresionante ha hecho creer al juez, que también es
ciego. ¡Imagínense la audacia! Luego, reconoce que si es un ladrón y que fingió
ser ciego para abusar de las mujeres y robar en sus casas. Y, para rematarla,
acusa a Bacback y a sus dos amigos de ser cómplices en sus fechorías, ¡diciendo
que ellos tampoco son ciegos!
Y lo que más me impacta es cómo
esto demuestra que, a veces, no importa lo letrada que sea la persona, ni
siquiera si es la encargada de impartir justicia, ¡parece que estar más
dispuesta a creerle a unos que a otros, basándose en puras declaraciones!
Esto me recuerda a Aristóteles,
que decía (parafraseándolo, porque el hombre hablaba con palabras
grandilocuentes) que a veces es más fácil creer una mentira que parece ser
verdad, que una verdad que suena poco creíble. ¡Tremendo! Aún hoy, siglos
después, seguimos cayendo en la misma trampa. Nos dejamos llevar por la
apariencia, por la elocuencia, por la capacidad de manipulación de algunos
individuos, y terminamos dando la espalda a la verdad.
¿Por qué la verdad, por más
evidente que sea, se ve opacada por una mentira bien contada? ¿Será que nos
dejamos influenciar por nuestros prejuicios, por las apariencias, por el
carisma que pueda transmitir el embaucador? ¿Será que preferimos creer en lo que
queremos creer, en lugar de enfrentarnos a la dura realidad? Son preguntas que
me rondan la cabeza y que, honestamente, no tengo una respuesta clara.
Esto me hace reflexionar sobre lo
fácil que es manipular la verdad, sobre lo maleable que puede ser la percepción
de la realidad. Y sobre lo importante que es ser críticos, cuestionarlo todo y
no dejarnos llevar por las primeras impresiones. Necesitamos desarrollar
nuestro propio radar de mentiras, entrenar nuestra capacidad de análisis y no
dar por sentado nada de lo que nos dicen. ¡Un trabajo constante, pero
fundamental!
Qué dolor, impotencia y
frustración, ser una persona inocente enfrentada contra la palabra de quien
está mintiendo y para colmo se otorgue credibilidad y sea escuchado.
Y bueno, porque para decir una
mentira creíble se debe mezclar con algo de verdad, soy ladrón es cierto y no
soy ciego otra verdad, pero ellos son mis cómplices, lo que es mentira, pero
esa habilidad de mezclar verdades sobre ellos mismos con las mentiras que fabrican
les permite generar confianza que todo lo que dicen es cierto. ¡Es una
estrategia maquiavélica! ¡Un arte oscuro! ¡El tipo podría dar clases de
"Cómo Mentir con Éxito" en Harvard!
Porque, al final, ¿quién paga las
consecuencias de estos errores? ¡Los inocentes! Bacback y sus amigos, sin haber
hecho nada malo, terminan siendo castigados injustamente. ¡Qué rabia! ¡Dan
ganas de entrar al cuento y darle una buena sacudida al juez! (Pero bueno,
luego recordamos que es un cuento y nos tranquilizamos con una taza de té).
En fin, mis queridos amigos,
estas historias de "Las Mil y Una Noches" no son solo cuentos para
entretenernos... Son espejos que reflejan nuestras propias debilidades y la
complejidad de la condición humana.
Nos enseñan a desconfiar de las
apariencias, a cuestionar la autoridad y, sobre todo, a defender la verdad,
aunque a veces sea la más difícil de creer.
Como es habitual te dejo el
enlace para continuar escuchando las historias de los hermanos del barbero,
veamos si alguno logra algo de justicia.
Nos encontramos la próxima semana😀