lunes, 30 de diciembre de 2024

39.- Braddedin Hassam reencuentro familiar (conclusión de la historia de los 2 hermanos)

 

¡Nos volvemos a reunir mis queridos lectores y espero que también oyentes del podcast Los cuentos originales de las Mil y una Noches!  Estamos llegando a lo que espero sea el desenlace de la historia de los dos hermanos y su descendencia.

Que aventura la de esta familia, en particular la de Bradeddin Hassan, que en el episodio anterior al fin ha sido encontrado por su familia, pero en vez de besos, abrazos y lágrimas de alegría, a su tío Chamseddin Mohamed se le ha ocurrido la dudosa idea de hacerle creer que lo ha ofendido, y lo ha tomado prisionero, para llevarlo al Cairo y ahorcarlo por hacer pasteles a los que supuestamente les falta pimienta.

Ya en el blog de la semana pasada, te hice un comentario sobre las bromas pesadas, las bromas basadas en un engaño.   Espero que Bradeddin cuando se entere del engaño, lo tomé con humor, aunque quien sabe después de un viaje que en esa época tardaría meses en llevarse a cabo desde Damasco a El Cairo, en especial si lo hace enjaulado, sabiendo que tienen la intención de matarlo, por algo que básicamente no es un delito, sino un capricho degustativo. En resumen ¡un absurdo por donde se le mire! ¡Inclusive en esa época!

Recordemos que esta historia, se la está contando el primer visir al sultán Harum Al Rashid, para que por extraordinaria la registre en los libros del califato, y perdone la vida a su esclavo, el que por robar una manzana a un niño y haber mentido como la había obtenido ha provocado como nefasta consecuencia que una mujer muriera descuartizada por su marido, al creerse que era amante del esclavo.  ¿Lo recuerdan?

La situación de Bradeddin me lleva a reflexionar sobre el perdón frente grandes ofensas, traición, engaños.  Difícil y delicado tema. Es fácil dejarse llevar por sentimientos de rencor, deseo de venganza o de “incendiar la pradera”; después de todo, somos humanos, y muchas veces nos sentimos heridos por las acciones de los demás. Pero permitirme decir que el resentimiento no es el camino hacia la felicidad. ¿Acaso alguna vez hemos sentido que el rencor llena de satisfacción nuestra vida? La respuesta es un resonante no.

Lo que le sucede a Bradeddin, no es un pequeño error, que puede ser perdonable sin darle grandes vueltas, todos comentemos errores: por ignorancia, por distracción, por descuido, al fin al cabo somo seres imperfectos, y los errores son parte de nuestro aprendizaje en la vida.  Hablo cuando las acciones de otros te provocan daño, ponen de cabeza tu mundo emocional, te generan inestabilidad y vulnerabilidad. 

El enojo, el rencor, el deseo de venganza suele ser copas que nunca se llenan a satisfacción.  Son una carga abrumadora, que nos corroe emocional, mentalmente, y va moldeando nuestras conductas y sentimientos de una manera que nos aleja cada vez más del bienestar personal que buscamos.

El perdón es un acto de liberación, que nos permite dejar atrás a quien no has causado daño, provocado un momento amargo o difícil en nuestra vida. 

El acto de perdonar no significa ignorar las heridas, sino más bien permitirnos liberar aquel peso que llevamos en el corazón.

Perdonando doy vuelta una página en la historia de nuestra vida y seguir el camino que nos conduzca a sentirnos bien con nosotros mismos y enfocarnos en el tipo de persona que queremos ser.

Recordemos que el que miente, el que engaña, lleva una carga de insatisfacciones, autoengaño, dolores que a veces no reconoce en sí mismo.  Están cargando con un peso muy diferente.  La fidelidad, la lealtad, son conceptos que posiblemente no estén en su adn, y es muy probable que encuentren justificación para su comportamiento.  “No quería hacerte daño, pero……”

Perdonar no implica poner la otra mejilla, sino dar un paso hacia adelante, hacia una vida donde el sufrimiento de otro no controle nuestro destino. Al soltar ese rencor, encontramos la fuerza que necesitamos para centrar nuestra vida en lo que realmente importa.

Tampoco es recomendable perdonar, para no perder algo, eso no es perdonar, es una transacción emocional que estarás continuamente pagando con intereses.  Perdonar es un acto de valor para contigo.

Te dejo el enlace de esta semana, para conocer como concluye esta historia de los dos hermanos Nuredin Ali, Chamseddin Mohamed y sus respectivos hijos:


 https://creators.spotify.com/pod/show/aldaraman/episodes/39---Braddedin-Hassam-reencuentro-familiar-conclusin-de-la-historia-de-los-2-hermanos-e2ssvlr


Como hemos visto en esta historia de *Las Mil y Una Noches*, la vida es un viaje lleno de borrascas y estrellas brillantes. Aprender a perdonar, a soltar esa pesada carga de rencor, es un arte que todos debemos desarrollar. ¿Y quién sabe? Tal vez, al final de esta historia, Bradeddin despierte no solo a un futuro prometedor junto a su familia.

Así que, queridos amigos, no olviden que el perdón es una de las formas más poderosas de amor propio que uno puede experimentar. ¡Hasta la próxima, y espero que sigamos explorando juntos las coloridas aventuras de esos personajes y nuestras propias vidas!

FELIZ AÑO NUEVO MIS QUERIDOS SEGUIDORES


 

¡Hola, mis queridos seguidores del blog “Cómo sobrevivió Scherezade” y del podcast “Los cuentos originales de las Mil y Una Noches”!

Hoy es un día especial, ya que nos encontramos a las puertas de un nuevo año, con un sinfín de emociones que puede generar tanto la nostalgia por lo vivido como la esperanza de lo que está por venir.

En otro blog, publicado hoy mismo también, encontraran el intrigante relato con el enlace del podcast sobre la continuación de la historia del jorobado y sus presuntos inocentes asesinos —¡vaya contradicción!—

Esta página quiero compartir sobre las reflexiones que nos invita a tener la noche del 31 de diciembre.

Muchos despedirán este año con maldiciones, deseando que se vaya como quien quiere deshacerse de un par de zapatos incómodos. “¡Qué bueno que se va!” es una de esas frases que se repiten en las reuniones, mientras nos abrazamos con la esperanza de que el nuevo año traiga consigo mejores experiencias y oportunidades.

En este sentido, me gustaría hacer una pequeña pausa para reflexionar. En nuestra travesía a través de las historias que nos han marcado, aprendemos que las lecciones no siempre provienen de los momentos agradables. A veces, son los retos y obstáculos lo que nos enseñan más sobre nosotros mismos y sobre lo que realmente valoramos. Así que antes de lanzar maldiciones al año que se va, consideremos qué hemos aprendido de él.

El final del año suele ser un momento propicio para establecer metas, esas que a veces son más grandes que nuestras propias capacidades. ¡Ay, las promesas! Prometemos hacer ejercicio, aprender un nuevo idioma, dejar de procrastinar... Y claro, sabemos que algunos de esos objetivos son tan realistas como intentar hacer el huevo frito perfecto sin saber cómo se fríe un huevo. Es importante ser honestos con nosotros mismos y reconocer nuestras limitaciones y capacidades. Quizás este año la promesa no deba ser “bajar 10 kilos”, sino simplemente “estar más en contacto conmigo mismo”.

En mi experiencia, es más gratificante no abarcar tanto, sino establecer pequeñas metas alcanzables que nos permitan ir construyendo un camino hacia objetivos más grandes. Así, la sensación de logro será más frecuente, y cada paso que demos tendrá su espacio para celebrarse.

Y luego está el tema de los abrazos. Ah, el anhelado abrazo, ese gesto que puede ser pura calidez y, al mismo tiempo, una fábrica de incomodidades. Es fácil abrazar a la familia, o a aquellos amigos con quienes compartimos confidencias y risas a lo largo del año. Sin embargo, en el contexto de despedidas de fin de año, es inevitable encontrar a esas personas en la oficina o en nuestro barrio que nos instan a desearles parabienes. ¿Qué hacemos con ese abrazo incómodo con alguien a quien apenas conocemos? ¡Tradiciones!

Es un ritual que nos recuerda nuestra humanidad compartida, aunque a veces resulte difícil. Quizás la clave esté en hacer de esos abrazos un momento más genuino —desear lo mejor para el otro, incluso sin conocerlo del todo. De hecho, me gusta pensar en esos abrazos como una pequeña comunión entre almas, un recordatorio de que estamos todos juntos en esta travesía que llamamos vida.

La Nochebuena tiene ese encanto íntimo y acogedor, esa conexión interior que nos invita a reflexionar sobre lo que realmente importa. En contraste, la celebración del Año Nuevo es como un carnaval —bulliciosa, extrovertida, llena de colores, risas, y por supuesto, ¡fuegos artificiales!

En mi país, es común iniciar el amanecer del nuevo año disfrutando de mariscos en el mercado, para lidiar con las resacas de una noche llena de jolgorio

A mí me gusta pensar que cada celebración tiene su propósito. La introspección de la Nochebuena nos prepara para el alboroto de la Nochevieja, y esa mezcla de emociones, entre lo interno y lo externo, crea un balance que, al final del día, nos enseña a apreciar cada momento en su totalidad.

Los rituales que realizamos en la última noche del año, desde comer 12 uvas hasta dar la vuelta a la manzana con una maleta, son una forma de invocar magia. Buscamos salud, dinero y amor, esos pilares que sostienen nuestras vidas. Pero ¿qué significa realmente cada uno de ellos?

La salud es el funcionamiento armonioso de nuestro cuerpo y, en muchas ocasiones, se interrelaciona con el amor y el dinero. Si estamos saludables, podemos trabajar, crear y relacionarnos. El amor, ese motor tan poderoso, proviene de múltiples fuentes —parejas, amigos, familiares, o un acto solidario. Y el dinero, bueno, a veces es un recurso necesario para vivir con calidad. Pero más allá del dinero, ¿qué tal si redefinimos nuestras aspiraciones? ¿Podríamos también, igual de fervientemente, desear experiencias significativas y momentos de felicidad?

Así que mis queridos amigos, en este día especial, levanto mi copa —realmente, ya tengo una en la mano— y brindo por cada uno de ustedes. ¡Por un 2025 lleno de oportunidades, amor, y experiencias que nos transformen! Recordemos que cada día es una nueva oportunidad para comenzar de nuevo, para reescribir nuestras historias, y, por supuesto, para seguir disfrutando de las fascinantes narrativas que nos han traído hasta aquí.

Gracias por ser parte de este viaje conmigo. Espero seguir compartiendo muchas más historias y reflexiones con ustedes en el nuevo año.

 

¡Feliz Año Nuevo! 🥳✨



48.- El jorobado – El relato del médico judío (conclusión)

¡Hola, mis queridos lectores de este blog y oyentes del podcast de las historias de Scherezade! 🌙 Esta semana, nos encontramos en un momen...