¡Hola, mis queridos lectores y
oyentes de los cuentos de Scherezade! Espero que estén de maravilla. La
historia de "Dulce Amiga" la bella persa y Alí-Nadur, sigue dando que
hablar, ¿verdad? ¡Es que está súper interesante e ilustrativa!
La semana pasada les compartí
algunas reflexiones breves sobre los falsos amigos, esos que desaparecen en
cuanto las cosas se ponen feas. Esta semana, mis cavilaciones me han llevado a
otra faceta aún más… digamos, peculiar. No solo te abandonan esos que creías
que eran tus amigos cuando estás en problemas serios, sino que, además, ¡se
acercan esos conocidos que, con falsas buenas intenciones, pretenden sacar
provecho de tus desgracias! ¡Qué fuerte!
A mí me ha pasado, y seguro que a
ustedes también. Personas que apenas conoces, quizás solo de nombre o de algún
cruce fugaz de palabras, de repente se te acercan. Pero ojo, no para
preguntarte cómo te pueden ayudar, ni cómo estás, sino con la clara intención
de sacar tajada de la situación. Es como si olieran la sangre en el agua, ¿me
entienden?
En esos momentos, ¡hay que tener
una entereza de acero! Y, sobre todo, una red de apoyo emocional y espiritual
sólida. Es fundamental para poder decirles que "no" a sus ofertas,
por muy necesitado que uno esté. ¡Porque créanme, las ofertas siempre vienen
con trampa!
Y lo peor de todo es que, si los
rechazas, ¡se ofenden! Se enojan y te difaman, como si las víctimas fueran
ellos, y no uno, que es quien está sufriendo la desgracia. ¡Inaudito!
Les pongo un ejemplo personal.
Cuando se quemó la casa de mi madre, no faltaron las personas que, en lugar de
preguntar cómo estábamos o cómo podían ayudar, querían comprar el terreno a
precio de risa. ¡Imagínense! Ni siquiera nos habíamos recuperado del shock del
siniestro, ¡y ya estaban como buitres rondando! El terreno, por supuesto, no
estaba en venta, pero a ellos les daba igual.
No voy a entrar en detalles
escabrosos, pero les aseguro que fue la entereza y la fuerza interior, junto
con el apoyo de mi familia y amigos, lo que nos permitió salir adelante. Y eso,
a pesar de que algunos se sentían con el derecho de hacernos reproches e
incluso intentaron obligarnos a vender y abandonar el barrio. ¡Como si tuvieran
derecho a decidir sobre nuestra vida!
Y no solo pasa en situaciones
extremas como esta. También puede suceder en el trabajo, cuando estás pasando
por un momento difícil y siempre hay alguien dispuesto a aprovecharse de la
situación. En esos casos, es vital cuidar tu salud mental y emocional. Habla
con personas de confianza, desahógate, busca apoyo mutuo para encontrar
soluciones. Mantén la calma y la compostura, pero no te aísles, ¡no te
escondas! Y, sobre todo, establece límites claros. Define qué estás dispuesto a
aceptar y qué no.
Es increíble cómo, en momentos de
vulnerabilidad, aparecen este tipo de personajes. Te hacen dudar, te confunden,
te hacen sentir culpable por no aceptar su "ayuda" (que, en realidad,
es puro egoísmo disfrazado). Pero es crucial recordar que la verdadera ayuda
viene de quienes te quieren de verdad, de quienes te apoyan incondicionalmente,
de quienes te ofrecen un hombro para llorar sin esperar nada a cambio.
Así que, la próxima vez que se
encuentren en una situación difícil, recuerden esta reflexión. Mantengan los
ojos bien abiertos, confíen en su instinto y rodéense de personas que realmente
valen la pena. Y, sobre todo, ¡nunca permitan que nadie se aproveche de su
desgracia! Porque ustedes valen mucho más que eso.
Te dejo el enlace con la
continuación de la historia Dulce Amiga y Alí Nadur.
https://open.spotify.com/episode/2uu57qYUi9AU1CCGdS7yi9?si=_Dz0edcyQkqs3XlTGmdXjg
Un abrazo grande, ¡“que la
fuerza de acompañe”! y ¡nos leemos la próxima semana! ¡Cuídense mucho!
