Qué alegría volvemos a
encontrarnos en blog y en un nuevo episodio del podcast los Cuentos originales
de las mil y una noches, y seguimos con la saga de los descendientes de Chamsedin
Mohamed y Nureddín Ali.
Chamsedin Mohamed, en compañía de
su hija Seth el Hosn y su nieto Ajib, han emprendido una caravana con destino a
Basora. En busca de Bradeddin, gracias al diario de Nureddín que se halló entre
las pertenencias olvidadas en el dormitorio que compartieron durante sus noches
de boda, ha descubierto es su sobrino y esposo de su hija.
Durante el trayecto, deciden
parar a descansar en las afueras de Damasco.
Ajib, junto a su eunuco decide explorar la ciudad. En su exploración,
terminan en la pastelería de Bradeddin Hassam que al instante siente una
conexión inexplicable con el niño. Es una sensación curiosa, casi obsesiva, que
provoca en él una necesidad de entender quién es este niño, a quien sigue por
la ciudad, aunque sus intenciones no son amenazantes, el niño y el eunuco lo
ven como una amenaza, y lo alejan tirándole piedras.
En Basora, Chamsedin se entera
que dan a Bradeddin por desaparecido, y que su madre lo llora por asumir que ha
muerto, sin embargo, al enterarse que aún vive, se une a la caravana de
Chamsedin que, sin perder tiempo, decide retorna a el Cairo.
De camino de regreso nuevamente
paran en las afueras de Damasco, y Ajib insiste en ir a ver al pastelero, para
saber si ha sufrido daño a causa de la piedra que le arrojara para alejarlo y
evitar que continuara siguiéndolo.
Al verlo regresar Bradeddin
incomoda al niño con devoción y exceso de cariño. Sin embargo, aun así, Ajib acepta
probar de sus pasteles que son hechos en según la receta de su madre y que
nadie superaba en hacerlos tan deliciosos.
La pregunta que nos hacemos es:
¿Se encontrarán al fin Bradeddin con su esposa y su familia? ¿Descubrirá
Bradeddin que Ajib es en realidad su hijo? No te pierdas la continuación de
esta historia en el enlace que adjunto al final de esta página.
El episodio de esta semana me
lleva a reflexionar sobre un tema que está muy presente en nuestras
interacciones sociales: el humor, especialmente en lo que se refiere a las
bromas. Muchas veces, las personas tienen la costumbre de hacer comentarios
chistosos o burlas, como una forma de alivianar el ambiente. Personalmente,
disfruto un buen chiste, ¡a quién no le gusta reír! Sin embargo, a veces la
línea entre un chiste amistoso, una falta de respeto o sobrepasar límites
sensibles, puede ser bastante delgada.
Una de las características que
más intriga son esos bromistas que se excusan diciendo que si su broma no es
bien recibida se debe a la falta de sentido del humor de la víctima. La verdad
es que no siempre es así. Hacer reír a alguien no tiene que hacerles sentir
incómodos o heridos. Hay un arte en la comedia que consiste en hacernos reír
con las personas, no de las personas.
Entre las bromas más complicadas
están aquellas basadas en engaños, donde se crea una situación en la que
alguien pasa un mal rato, y al final, la risa es casi obligada y nerviosa. Un
engaño bien planeado puede hacer reír a todos, pero a la víctima, probablemente,
le haya provocado angustia o confusión. He visto muchas veces cómo los
bromistas se ríen de su propia broma mientras que la persona
"engañada" solo se ríe del alivio de que todo era una falsa alarma.
¡Qué situación tan jodida!
A lo largo de mi vida, he
conocido a muchos bromistas. Algunos son adorables, y puedes disfrutar de sus
chistes, pero también he tenido experiencias donde se han pasado de la raya.
Aquellos que se quedan pegados a la broma, pese a que les digas que han cruzado
un límite, son especialmente incómodos. Es frustrante, de verdad. A veces,
parece que cada risa que provocan les da más gasolina para seguir molestando.
Por eso, saber poner límites es una tarea complicada, ya que uno simplemente no
quiere seguirle el juego porque te afecta en lo personal, pero tampoco quieres
polemizar, sólo quieres que respete tu solicitud de que te deje en paz.
Para mí, el secreto es simple, hacer
bromas que se centren en la conexión que tienes con ellos, sin que se sientan
parte de un chiste burlesco. A veces, una broma bien hecha puede iluminar el
día de alguien. Así que, lógicamente, siempre hay que tener cuidado con las
palabras que elegimos y el espacio que ocupamos en la vida de los demás.
Espero que te animes a seguir
esta historia escuchando el episodio del podcast de esta semana, que te sorprenderá y cuyo
enlace te dejo a continuación.
¿Tienes anécdotas sobre bromas
que te han hecho reír o que te han incomodado? ¡Me encantaría leer tus
historias en los comentarios! Y no olvides seguirnos en el podcast. ¡Hasta la
próxima!