¡Cómo están lectores del
blog ¿Cómo sobrevivió Scherezade? y
estimados oyentes del podcast “Los cuentos de las Mil y una Noches”! , seguimos
escuchando la historia que el sastre le están contando la sultán esperando
distraerlo, divertirlo y provocar que tenga la magnanimidad de perdonarle la
vida a todos los involucrados en el incidente que le costó la vida al jorobado,
su bufón favorito, al parecer tiene muchas historias, que derivan de la
historia del barbero.
El joven cojo se ha marchado de
la reunión después de haber contado su historia e indeseable relación con el
barbero. Este último indica que después
de todo el muchacho salió bien librado, gracias a su oportuna intervención y
sintiéndose calumniado (¡obvio!), ha saltado a la defensiva. Según él, de los
siete hermanos, él es el "Silencioso". Que los parlanchines,
desubicados e indiscretos son los otros seis. Y para probarlo, ¡se ha puesto a
contar la historia de Bacbuck, su hermano mayor!
La historia de esta semana me ha
hecho reflexionar sobre algo muy común: la dificultad para leer las señales.
¿Cuántas veces hemos malinterpretado gestos, miradas o incluso palabras?
¿Cuántas veces hemos creído ver algo que no estaba ahí?
Piénsenlo: la chica que es amable
con el chico guapo (o al revés) y el chico interpreta que hay interés amoroso.
¡Y ahí vamos, estrellándonos contra la pared de la realidad! Y por más que le
expliquen que no hay nada, el tipo sigue convencido de que sí, que debajo de la
amabilidad hay un romance en potencia.
O al revés, una mirada puede ser
interpretada como un reproche terrible, cuando en realidad la persona estaba
pensando en lo mucho que le apetecía una manzana. ¡Una simple manzana! Y la que
se arma por una mala interpretación.
Pero no solo se trata de
malinterpretar, a veces simplemente no vemos las señales. Esos avisos que nos
están gritando a la cara, pero que ignoramos olímpicamente. Otras personas nos
lo advierten, nos dicen "ojo, que aquí pasa algo raro", pero no les
hacemos caso hasta que, ¡zas!, nos damos el porrazo. Y luego nos lamentamos por
no haber estado más atentos, por haber dejado pasar una oportunidad increíble o
por no haber evitado una situación desagradable.
Saber ver e interpretar las
señales es todo un arte. Requiere intuición, un instinto desarrollado y, sobre
todo, agudeza. Es un estilo de comunicación sutil que involucra miradas,
gestos, posturas... ¡todo un lenguaje no verbal! Y si no lo manejamos bien, si
no lo leemos con objetividad, puede ser la fuente de los peores malentendidos y
las reacciones más equivocadas.
Recordemos que el lenguaje
corporal es comunicación pura y dura. Y el lenguaje facial, ¡ni hablar! Una
ceja levantada puede decir más que mil palabras. Un suspiro puede revelar un
mundo de emociones. Pero ¡ojo! Hay que saber interpretarlo correctamente.
Y aquí es donde entran en juego
nuestras propias inseguridades, nuestras predisposiciones hacia ciertas
personas, nuestras experiencias pasadas y nuestras expectativas. A veces, no
sabemos interpretar las señales correctamente porque estamos viendo el mundo a
través del filtro de nuestras propias vivencias. Si hemos tenido malas
experiencias con personas similares, tendemos a interpretar sus acciones de
manera negativa. Si estamos buscando desesperadamente una señal de amor, vemos
interés donde solo hay amabilidad.
Por eso es tan importante ser
conscientes de nuestras propias limitaciones y prejuicios. Intentar ser lo más
objetivos posible al interpretar las señales que recibimos. Y, sobre todo,
¡preguntar! Si no estamos seguros de lo que significa algo, lo mejor es aclarar
las dudas. Evitemos asumir cosas que quizás no son ciertas y que pueden
llevarnos a cometer errores.
Y volviendo a nuestro amigo el
barbero y sus hermanos... ¿Qué señales nos está enviando Scherezade? ¿Nos está
advirtiendo de algo? ¿O simplemente nos está dando una lección sobre la
importancia de la paciencia y la buena compañía (con snacks, preferiblemente)?
Tendremos que seguir escuchando
para descubrirlo. Mientras tanto, les dejo el enlace al podcast de esta semana.
¡No se lo pierdan! Y recuerden, ¡mantengan los ojos bien abiertos y las antenas
sintonizadas! Nunca se sabe cuándo una señal inesperada puede cambiar el rumbo
de nuestra historia.
¡Nos vemos en la próxima,
cuentacuentos! ¡Y no se olviden de leer entre líneas! 😉