Nos volvemos a encontrar,
queridos lectores y oyentes de este blog y del podcast “Los Cuentos de las Mil
y una Noches”¡, ¡para continuar nuestro viaje a través de los relatos que el
barbero está compartiendo sobre sus hermanos! Ya saben cómo es el hombre, ¡no hay quien lo
calle!
Hasta el momento, la descripción
que se dibuja de estos hombres es la de seres, en esencia, vulnerables;
víctimas, más que perpetradores de la deshonestidad y la manipulación. Su
desventura, contrariamente a la locuacidad y la intromisión que caracterizan al
propio barbero, radica precisamente en su ingenuidad, en una credulidad que los
convierte en presas fáciles.
Esta situación, lamentablemente
recurrente en la literatura como en la vida, nos invita a una profunda
reflexión sobre la naturaleza del privilegio y su abuso. ¿Cómo es que aquellos
individuos favorecidos – ya sea por su posición socioeconómica, por una belleza
física que los eleva a un pedestal de admiración, o por ese inefable “je ne
sais quoi” que cautiva y atrae las miradas – son capaces de explotar la
inocencia y la esperanza de quienes creen que pueden ser recipientes de su
favor, su amistad, o incluso, su afecto?
El barbero, que no se caracteriza
precisamente por su modestia (¡y vaya que lo hemos notado!), se jacta de su
astucia, de su viveza. Pero sus hermanos... ay, sus hermanos son todo lo
contrario. Son ingenuos hasta la médula, hombres que, en su afán por ser
aceptados, por alcanzar lo inalcanzable, terminan siendo humillados, explotados
y, en algunos casos, ¡hasta maltratados físicamente!
Y es aquí donde la cosa se pone
interesante, porque esta situación, tan común en la literatura como en la vida
real, nos obliga a hacernos preguntas incómodas. Preguntas sobre el privilegio,
sobre el abuso de poder, y sobre la perversa dinámica que se establece entre
aquellos que "tienen" y aquellos que "desean tener".
Lo peor de todo es esa sensación de superioridad, esa
convicción de que alguien "inferior" se atreve a aspirar a su
"iluminada" presencia. Se ven a sí mismos como seres superiores,
ungidos por los dioses, ¡intocables! Y la idea de que alguien "sin nada
que ofrecer" ose fijarse en ellos les parece simplemente hilarante.
Tomemos, por ejemplo, al hermano
mayor, Bacbuck. El pobre hombre está perdidamente enamorado de la hermosa mujer
del molinero. Vive en una fantasía, creyendo que su amor platónico algún día se
materializará, que la dama corresponderá a sus sentimientos. Pero ¿qué recibe a
cambio? Gestos equívocos, promesas vacías, y un trato humillante que lo lleva a
la ruina económica y a sufrir palizas a manos del marido de la dama, quien se
divierte viendo cómo Bacbuck se doblega con tal de complacerla. ¡La esperanza
es lo último que se pierde, dicen! Pero, en este caso, la esperanza es el
anzuelo, la carnada que lo mantiene enganchado en esta tortuosa relación.
Y el segundo hermano... ¡ay, el
segundo hermano! Le han prometido una noche de placer con una hermosa joven, a
cambio de someterse a humillaciones y vejaciones de lo más degradantes.
Imaginen la escena: una chica privilegiada, rodeada de sus esclavas, divirtiéndose
a costa de un joven que, en otras circunstancias, jamás podría siquiera aspirar
a estar cerca de ella.
No digo que el amor entre
personas de diferentes clases sociales sea imposible, ¡para nada!, he sabido de
historias hermosas que contra viento y marea han concretado su amor. Si, porque a veces la sociedad misma también
se opone a que se traspasen las fronteras sociales.
Pero en el caso de El-Haddar, la joven en
cuestión deja muy claro su sentimiento de superioridad, esa noción de que
pertenece a un mundo inalcanzable para los "mortales" como el pobre
hermano. A tal punto que tiene a una anciana encargada de salir a buscar
jóvenes incautos, para hacerles creer que tendrán una noche de pasión con una
mujer que pertenece a condición social privilegiada. Pero "No existe comida gratis",
reza el dicho. Y el precio a pagar por soñar, por aspirar a lo que se considera
"fuera de tu alcance", es altísimo: humillación, maltrato físico,
emocional y psicológico.
¿Cuántas veces hemos escuchado
esa frase? "Ella (o él) no es para ti, está fuera de tu alcance". A
veces, es una cuestión de intereses diferentes, de barreras culturales. Pero,
en esencia, ningún ser humano es superior a otro. Las diferencias que existen
entre nosotros son, en gran medida, construcciones sociales, impuestas por
nosotros mismos y por las culturas en las que vivimos. Y estas diferencias, en
ningún caso, deberían ser motivo de burla o de desprecio.
Me pregunto, ¿qué mueve a estas
personas "privilegiadas" a actuar de esta manera? ¿Es simplemente
aburrimiento? ¿Una necesidad patológica de reafirmar su superioridad? ¿O quizás
una profunda inseguridad disfrazada de arrogancia?
Quizás, al final, las historias que
hasta ahora conocemos de los hermanos del barbero son una cruda reflexión sobre
la fragilidad humana, sobre la necesidad de aceptación, y sobre los peligros de
idealizar a aquellos que nos parecen inalcanzables. Son cuentos que nos invitan
a ser más críticos, a cuestionar las estructuras de poder, y a defender la
dignidad de cada individuo, sin importar su origen o su condición.
Así que, amigos míos, la próxima
vez que escuchen una historia sobre alguien que abusa de su posición, recuerden
a los hermanos del barbero. Recuerden que la bondad y la ingenuidad no son
sinónimos de estupidez, y que nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a
pisotear la dignidad de otro ser humano.
Les dejo el enlace para seguir
conociendo las historias que los hermanos del barbero
Y ahora, me despido hasta la
próxima entrega de este viaje a través de las Mil y Una Noches. ¡No olviden
dejar sus comentarios y reflexiones! ¿Qué les parecen las historias de los
hermanos del barbero? ¿Han presenciado situaciones similares en la vida real?
¡Compartan sus experiencias! ¡Nos leemos pronto!