Bienvenidos a una nueva semana de
este blog “Como sobrevivió Scherezade y del podcast de las “Mil y una noches”.
Es una verdadera alegría compartir con ustedes estás historias y la reflexiones
que me inspiran.
Esta semana concluimos con la
historia del quinto hermano del barbero y empezamos la historia de Shakalick,
el sexto y último. ¡Esperemos que su destino sea menos... bueno, menos
desastroso!
Y hablando de dramas, con estas
historias de los hermanos del barbero... uno se queda pensando: ¿esta familia
nació un martes 13? ¿Se olvidaron de ponerles ángeles de la guarda?
Me pongo a reflexionar y me
pregunto: ¿quién no ha tenido, alguna vez, una racha donde todo, absolutamente
TODO, parece salir mal?
Claro que los hermanos del
barbero llevan la mala suerte a un nivel olímpico, pero a un nivel más
"humano", a veces, ¡gracias a Dios! (recalco el "a
veces", porque en ocasiones puede sentirse como un "siempre")
pareciera que todo se conjura en nuestra contra. La autoestima se desploma, el
pesimismo nos invade por completo, a una decepción le sigue la frustración, un
error nos persigue como una sombra, y esa expectativa que teníamos, esa en la
que habíamos puesto toda nuestra fe, ¡se derrumba ante nuestros propios ojos!,
las malas noticias parecen llegar como un tren de olas.
Nos encerramos en nosotros
mismos, nos sentimos derrotados en todos los frentes: el económico, el
personal, el profesional... Ya saben el dicho: "Cuando viene una, vienen
todas juntas". Y es que, en esos ciclos o tiempos difíciles, es cuando
más necesitamos darnos un respiro, tomar aire y no caer en una espiral de
pensamientos negativos, de autocompasión (ojo, un poquito no viene mal, pero
sin exagerar y caer en la lástima) o lo que es peor, de ¡maltratarnos
psicológica y emocionalmente!
No es fácil, lo sé. Es en esos
momentos cuando pensamos "qué difícil ser yo", es cuando en realidad
más debemos autoquerernos y tratarnos con cariño. ¡Darnos un abrazo mental!
Quizás, en momentos así, debemos
dar un paso atrás y reconocer que aquello que no depende de nosotros, es mejor
dejarlo ir. Dejar de aferrarnos a lo que no podemos controlar. Como dice el
dicho: "Lo que no te mata, te hace más fuerte". (Aunque a veces te
deja un poco magullado, seamos honestos).
No permitas que los sentimientos
y sucesos negativos te definan. No eres la suma de tus fracasos o de
momentos críticos, eres la persona que los superó (o que está en proceso de
superarlos, ¡que también vale!). Construye puentes hacia aquello que te gusta,
aquello que te hace sentir bien. Un paseo por el parque, un trozo de chocolate
(¡o una barra entera, si lo necesitas!), una película que te haga reír, una
reunión con amigos, cantar a grito pelado en la ducha... Busca esas pequeñas
cosas que te dan alegría, que te sacan una sonrisa. Regalonéate.
Busca a esas personas que te
agradan, esas que te recargan la batería. Comparte un café con ellas, hablando
de cosas triviales, preocúpate por saber cómo están (¡y escúchalos de verdad!).
Deja volar la imaginación escuchando música, baila como si nadie te viera, lee
un libro que te transporte a otro mundo... ¡Haz cosas que puedan parecer
tontas, pero que a ti te pongan de buen ánimo! ¿A quién le importa lo que
piensen los demás? ¡Estás en modo supervivencia!
Cuando todo parece salir mal, es
muy fácil perder el sentido del humor y ver todo negro, sentir que el universo
está dándonos la espalda y que los dioses se han olvidado de nosotros o de
nuestra familia. Cuesta moverse, pensamos que no vale la pena. ¡Pero sí vale la
pena! ¡Siempre vale la pena!
Recuerda a veces la solución ya
existe justamente en aquello que parece no tenerla, y que no nos gusta como se
ha presentado, porque es posible que ya no dependa de uno, una vez más te digo
déjalo ir, déjalo que fluya y construye un puente para cruzar ese río
turbulento hacia un lugar donde puedas sentarte tranquilo, respirar hondo y
recuperar la paz.
Así que, la próxima vez que te
sientas como uno de los hermanos del barbero, acosado por la mala suerte,
¡recuerda que no estás solo/a! Todos hemos pasado por momentos difíciles, por
rachas horribles en las que parece que nos persigue una nube negra. Lo
importante es no rendirse, buscar la luz en la oscuridad y recordar que,
después de la tormenta, siempre sale el sol (¡y a veces, hasta un arcoíris!).
Y, por cierto, si quieres
compartir tu propia historia de "mala racha superada", ¡no dudes en
dejar un comentario! Me encantaría leerte y saber que no soy la única que a
veces siente que tiene un imán para los problemas. ¡Juntos podemos superar cualquier
cosa! A continuación, te dejo el enlace
con la continuación de las historias de los hermanos del barbero.
Nos vemos la próxima semana con
más aventuras de Scherezade y con la (esperemos) menos desdichada historia de Shakalick.
¡Hasta entonces, cuídense mucho y recuerden sonreír! ¡La vida es demasiado
corta para tomarla demasiado en serio!
No hay comentarios:
Publicar un comentario